La estructura básica y primordial del nuevo sistema educacional es la escuela. Esta es una instancia orgánica. Es el espacio donde se desarrollan, de manera integral, los procesos de formación., por el profesor Mario Astorga.

 1.- Introducción

En este último tiempo, y con la aprobación de las principales reformas al sistema educacional chileno, han surgido una serie de temas que a pesar de su importancia ocupan un lugar secundario en la agenda político/gremial. La idea de este documento es presentar el tema que nos parece más urgente: la escuela democrática y avanzar en algunas ideas/fuerzas para abrir un debate al interior del Magisterio.  El tema es amplio y abierto a todo tipo de interpretaciones tanto políticas como gremiales. En todo caso, si existe alguien con la autoridad necesaria para abordar este tema son los profesores.

En un primer acercamiento, es necesario ubicar la escuela, como un factor básico y fundamental del sistema educativo. Enfatizando su importancia en cuanto ente ejecutor de las acciones orientadas al logro de los fines y objetivos de la educación. En un segundo acercamiento, es preciso considerar los principios y valores en los que se fundamenta la nueva institucionalidad de la educación. 

Es interesante observar que, tanto el proyecto de ley presentado por el gobierno que crea el Nuevo Sistema de Educación Pública como las propuestas hechas por el CPCh, acerca de la Nueva Institucionalidad, plantean —en sus respectivas fundamentaciones— principios y formulaciones conceptuales coincidentes, que permite suponer (con algún grado de optimismo) que el país está en el camino correcto en la perspectiva de definir e impulsar un proyecto integral que garantice, a todos niños y jóvenes de este país, el pleno derecho a la educación; el derecho a una educación de calidad, con sentido integral: “(…) cognitiva, valórica, emocional, creativa, física, ciudadana y garante de igualdad e integración e inclusión social”. El Colegio de Profesores ha señalado, además, que “(…) todos estos elementos deben ser parte insustituible de la misión de la Educación Pública, lo mismo que su carácter laico, universal, plural, no selectiva, gratuita y con la responsabilidad estatal como garante del derecho a esta”.

Por su parte, el proyecto del gobierno indica que es obligación de la educación pública, “aportar a la democracia y, a la cohesión social, por la vía de dar la oportunidad de convivir, en un mismo espacio pedagógico y formativo a niñas, niños, jóvenes y adultos, de las más diversas condiciones y pensamientos, avanzando así en disminuir la segmentación social que hoy tenemos”. Asimismo, promover a través de los proyectos educativos “la formación ciudadana y el reconocimiento de los Derechos Humanos como las bases de una convivencia democrática y de la socialización de niñas, niños y jóvenes”. Además, agrega que la misión de la educación pública y, del sistema que se crea, “es construir los ambientes de aprendizaje necesarios para garantizar que todos sus estudiantes, sin distinciones de género, socioeconómicas o de cualquier tipo, tengan las oportunidades para desarrollar, al máximo, los conocimientos, talentos, habilidades, aptitudes y valores que les permitan, a cada uno (a), alcanzar su máximo desarrollo espiritual, ético, afectivo, intelectual y físico”. Por último, fomentar “actitudes tales como la creatividad, la innovación, la colaboración, el pensamientos crítico, la solidaridad, la responsabilidad y la autonomía, entre otras”. Este es (en una breve síntesis) el marco conceptual que sirve de fundamentación a la Nueva Institucionalidad.

2.- La escuela… y algo más

La estructura básica y primordial del nuevo sistema educacional es la escuela. Esta es una instancia orgánica. Es el espacio donde se desarrollan, de manera integral, los procesos de formación. Es la instancia fundamental en el desarrollo e implementación de las políticas educativas. Es aquí donde se hace realidad el sentido y significado de la educación como función básica y trascendente de la sociedad. La profesora Loreto Egaña ha expresado, que “(…) la escuela es un espacio de relaciones humanas: entre los niños, los adultos; entre directivos y docentes; entre docentes, entre estos y las familias”. Y luego agrega que es en este espacio donde “(…) tenemos posibilidades importantes para actuar en términos de formación ciudadana ya que es aquí en donde se desarrollan o pueden desarrollarse las habilidades, de cada alumno, para convivir, según valores democráticos, aprendiendo el respeto al otro, la empatía y la autoestima y el valor de sí mismo”.

Hoy, la escuela no está cumpliendo con su importante misión. En la actualidad, no es sino que un fiel reflejo de la crisis política/social y cultural por la que atraviesa el país. Una realidad que perturba nuestra educación, así como lo hacen los graves problemas de convivencia y relaciones que a diario deben afrontar los profesores, como una clara expresión de los conflictos que existen en la sociedad. Las movilizaciones de profesores y estudiantes de los años anteriores  (2011/15) han permitido a la ciudadanía tomar conciencia de la necesidad y la urgencia de producir cambios de fondo, transformaciones radicales en el sistema, que se sintetizan en la idea/fuerza que los paradigmas educacionales y sociales deben ser modificados.

En este sentido (consciente de que hay cosas que modificar y, otras que aclarar), no podemos dejar de reconocer que el proyecto de ley que crea el Sistema de Educación Pública representa un avance significativo en el proceso de cambio estructural de la educación chilena. En el artículo 2º de la ley se señala que, el nuevo sistema tiene por objetivo central proveer “(…) a través de los establecimientos educacionales de propiedad y administración del Estado (…) una educación pública, gratuita y de calidad, laica y pluralista que promueva la libertad, garantizando el ejercicio del derecho a la educación”. En el mismo texto se señala, como principio rector del sistema: “(…) la provisión de un sistema de calidad; mejoramiento sostenido de los procesos educativos; cobertura nacional y garantía de acceso; desarrollo equitativo e igualdad de oportunidades; trabajo colaborativo en red; proyectos educativos inclusivos, laicos y de formación ciudadana; pertinencia y diversidad de los proyectos educativos y participación de la comunidad”.

3.- La nueva escuela democrática

Los objetivos y principios planteados en el proyecto enviado al Congreso por el gobierno, constituyen los atributos que dan significación y sentido al nuevo sistema dándole, en la medida que ellos se cumplan, un carácter realmente democrático. Al dejar establecido que los objetivos y principios propuestos, se deben “proveer a través de las escuelas”, se debe entender que éstas, tanto en su constitución como en su contenido y funcionamiento, deben ser clara y fiel expresión de ellos. El cumplimiento estricto de los principios, que inspiran el nuevo sistema, es lo que le dará a la nueva escuela su significación y carácter democrático.

A mayor abundamiento, el proyecto plantea que el objetivo de los establecimientos educacionales, es “contribuir a la formación de sus estudiantes y propender a asegurar el logro de aprendizajes (…) a fin de potenciar su pleno desarrollo espiritual, ético, moral, afectivo, intelectual, artístico y físico”. Agrega, que “estarán conformados por sus equipos directivos y por una comunidad educativa”. En este sentido, tanto el Colegio de Profesores (CPCh), como el Mineduc, al elaborar el proyecto de ley que propone el Nuevo Sistema de Educación Pública, han coincidido en la existencia, a nivel de escuela, de un organismo denominado Consejo Escolar integrado por las distintas instancias que conforman la Comunidad Educativa: estudiantes, profesores, asistentes de la educación, padres y apoderados.

El proyecto señala, que “el propósito compartido de la Comunidad Educativa se expresa en el Proyecto Educativo Institucional”. Dicho de otra manera, los objetivos, metas y acciones a realizar, por la escuela, corresponde definirlas en el marco de la comunidad educativa; la participación de ésta en la elaboración del Proyecto Educativo de la Escuela crea un sentido de pertenencia; y por lo tanto, se asume la responsabilidad en el éxito del proyecto, que se siente como propio desde su gestación. El Colegio de Profesores, en relación con esta materia expresa, en su propuesta, que el Consejo Escolar “debe ocuparse del desarrollo del Proyecto Educativo Institucional (cada actor desde sus respectivos roles), en consonancia con las definiciones provenientes desde el Ministerio de Educación”. Más adelante agrega que: “éste es un órgano asesor, en general y resolutivo, a lo menos en materia de rendición de cuentas, reglamento de convivencia, actividades extraescolares con el entorno de la escuela”. El gremio, además de proponer y dar significación a la participación de la comunidad escolar, estima que debe existir, en cada establecimiento educacional, un Consejo de Profesores fortalecido en sus labores y facultades. Lamentablemente, en lo que es una omisión inexplicable, el proyecto de ley del gobierno no hace referencia a este organismo.

4.- Elementos centrales de la escuela democrática

Si se desea tener, en los establecimientos, una dirección eficiente que garantice una educación realmente de calidad, se requiere que el cuerpo ejecutivo, además de poseer una buena preparación profesional, tenga las condiciones para ejercer un liderazgo democrático que le permita valorar y considerar la importancia que tiene el trabajo compartido con el Consejo de Profesores, así como con el Consejo Escolar; ambos organismos, tanto desde el punto de vista técnico, como administrativo y de las relaciones humanas, constituyen los pilares fundamentales de una buena gestión, y la garantía de una dirección democrática.

Cuando, en una escuela, se hace efectiva la participación y se toman decisiones, con consulta previa, a lo menos a los profesores y, a veces, a los padres y apoderados, se dice, naturalmente, que ésta es democrática ya que una de las definiciones de democracia señala que ésta “es una forma de organización social, en la cual las decisiones son adoptadas, en forma colectiva, mediante mecanismos de participación directa o indirecta”. Aún cuando esta definición considera dos aspectos importantes: la toma de decisiones (por el colectivo) y la forma de participación, nos parece, para los efectos de caracterizar la “escuela democrática”, como insuficiente. Desde luego, se debe considerar que, a esta altura del desarrollo de la humanidad, la democracia es más que una forma de organización social; es más un estilo de vida al que la sociedad aspira, razón por la cual el concepto mismo se ha venido, en el tiempo, modificando y enriqueciendo, tratando de encontrar la fórmula de una sociedad más justa, libre y solidaria, consciente de su potencial de desarrollo y en donde todos debemos ser considerados iguales en cuanto a nuestra condición de ciudadanos (as) que tienen deberes que cumplir y derechos que defender y perfeccionar.

En esta perspectiva, la nueva escuela, la escuela democrática, no solo debe hacer efectiva y mejorar la participación, sino que debe considerar aquellos principios y valores que le dan al sistema su sentido y carácter democrático. Por ejemplo, de acuerdo al nuevo espíritu, no puede considerarse democrática una escuela, que en la organización de la comunidad educativa, prevalecen aspectos (carácter)  selectivos y discriminatorios. Por último, para definir la escuela democrática, además de su carácter participativo, debe ser gratuita, laica, inclusiva, con calidad integral, solidaria, integradora, innovadora e igualitaria.

A lo anterior, hay que agregar que la escuela democrática, al igual que el sistema, deben considerar como cuestión de alta significación, el currículum. El Colegio de Profesores ha planteado, en relación con este aspecto que “aspiramos a desarrollar un currículum humanista-valórico-creativo que apunte a conseguir el desarrollo pleno del ser humano y de la Sociedad y a formar un tipo de ciudadano y ciudadana capaces de contribuir al mejoramiento y fortalecimiento de la democracia real que hoy requerimos.

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(*).- Este artículo fue elaborado en el marco de las actividades del Departamento de Educación y Perfeccionamiento del Colegio de Profesores de Chile, A.G.