[EFEMÉRIDES DEL MAGISTERIO] PAULO FREIRE, 1921 – 1997: LA PEDAGOGÍA DEL OPRIMIDO

Esta semana conmemoramos 101 años del nacimiento del gran educador y filósofo Paulo Freire, nacido el 19 de septiembre de 1921, en Recife, Brasil.

La mejor manera de honrar la memoria y sentido del trabajo de Freire es conocer su concepción de educación y sus postulados pedagógicos con enorme sentido social. Más que hacer un relato biográfico de su vida y obra queremos enfatizar algunas ideas claves de su propuesta educativa e invitarlos a una reflexión crítica (cómo el esperaría) de nuestro propio quehacer docente.

La gran trascendencia de la obra freiriana se asienta en el análisis profundo de la práctica pedagógica habitual, que él conoció de primera fuente en sus primeros años como estudiante de escuela en el nordeste brasilero, una zona de opresión y marginalidad social, donde el único rol de los trabajadores era el trabajo duro y sumiso para el patronazgo. Esta realidad es la que mueve la reflexión de Freire hacia la «Pedagogía del oprimido», que ha tenido extensa difusión en Latinoamérica y el mundo.

El mundo de los oprimidos, en el ámbito educativo, se traduce en llenar de contenidos a los estudiantes, sin mayor interés por el desarrollo de una conciencia crítica y reflexiva. Un enfoque sesgado que termina naturalizando la vida precaria que les ha tocado y, por tanto, se sigue reproduciendo el círculo de pobreza, sumisión y opresión.

En la escuela tradicional se practica una pedagogía de la respuesta, pues bien, Freire nos plantea que es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta.  Los profesores contestan a preguntas que los alumnos formulan, en base a sus propias experiencias e inquietudes. ¿Nosotros, profesoras y profesores, somos reproductores de un sistema o invitamos a nuestros estudiantes a reflexionar y transformar la realidad que nos toca vivir?

Los docentes vivimos una permanente carrera contra el tiempo, no alcanza tiempo para lo importante, sin querer, nos vamos dedicando solo a lo urgente. En palabras de Freire, este proceso termina convirtiendo a los maestros en individuos que llenan la mente de los estudiantes con contenidos descontextualizados de su realidad, como quien realiza depósitos en cuentas de banco. A esto lo llamó «Educación bancaria». ¿Se puede aplicar este diagnóstico a nuestro quehacer pedagógico?

No podemos soslayar las quejas de los profesores y profesoras respecto a las indignidades que sufren de parte de sus directivos, estudiantes y apoderados. Producto de una educación en crisis, se ha convertido en una realidad cotidiana. El desafío de los docentes es empoderarnos desde la relevancia y dignidad de nuestro rol. Pasar de la queja de pasillo hacia una acción de cambio, inspirada en la importancia de nuestro rol social. El maestro Freire nos interpela: «Cuanto más pienso en la práctica educativa y reconozco la responsabilidad que ella nos exige, más me convenzo de nuestro deber de luchar para que ella sea realmente respetada».

¿Estamos a la altura de este llamado? ¿Pasaremos de la queja a la acción? ¿Nos colegiamos e invitamos a nuestros colegas a la organización y construcción de fuerza gremial?

Cuando los docentes llamamos la atención respecto a la falta de presencia y voz de los profesores en la elaboración de las políticas educativas tenemos conciencia de los grandes saberes e inteligencia pedagógica que miles de docentes brindan y comparten en sus escuelas. El profesional que mejor conoce el fenómeno educativo y el aprendizaje de los estudiantes, es la profesora y el profesor que cada día comparte con sus alumnos en el aula. En esta dirección Paulo Freire se hace cargo de una actitud investigadora que construye un saber pedagógico situado. Esta es su experiencia: «Mientras enseño continúo buscando, indagando. Enseño porque busco, porque indagué, porque indago y me indago. Investigo para comprobar, comprobando intervengo, interviniendo educo y me educo».


Departamento de Educación y Perfeccionamiento del Colegio de Profesoras y Profesores de Chile.