El 16 de octubre de 1974 fue publicado en el Diario Oficial el Decreto Ley Nº 678, que crea el Colegio de Profesores, en ese momento la organización gremial única del magisterio, ya que se habían disuelto todas las existentes al momento del Golpe de Estado y que habían dado origen al SUTE (Sindicato Único de Trabajadores de la Educación).

 

Historia

 

El nuevo organismo se constituiría en 1975 amparado en el artículo 1º transitorio, que establecía que

«el Ministro de Educación Pública designará las personas que deberán integrar los primeros Consejos de la institución en todo el territorio nacional y los reemplazantes de estos en su caso…»

Mientras pudo hacerlo la dictadura hizo prevalecer esta norma por sobre la electividad de los cargos en toda la estructura nacional, contenida en el artículo 5º del cuerpo legal.

El Colegio de Profesores fue organizado de igual manera que el resto de los colegios profesionales existentes: se estableció la inscripción obligatoria en él de todos los maestros, como requisito para poder ejercer su profesión.

Se entregó sólo al Consejo Nacional de Colegio toda función reivindicativa, siendo éste el único interlocutor válido ante el Gobierno y las autoridades educacionales.

Una vez designados por decreto gubernamental los miembros de sus directivas nacional, regionales y provinciales, comenzó la tarea de inscripción de sus socios, que según el decreto ley respectivo, debían ser profesores titulados, no titulados con 10 años de servicio y no titulados autorizados por el Colegio, tanto de la enseñanza fiscal como privada. También se dedicó a la obtención de la infraestructura sobre la base del traspaso de bienes –muebles e inmuebles- que le haría la dictadura.

Pero no todos los educadores están convencidos de integrarse al Colegio. Ante esta situación,

«El Presidente del Consejo Provincial Santiago del Colegio de Profesores declaró que se denunciará a la justicia, por ejercicio ilegal de la profesión, a todas aquellas personas que sirvan labores docentes y que no se hayan colegiado, una vez que terminen los plazos que se darán para tal propósito. Se indicó también que existen cerca de 10 mil profesores que no han legalizado su situación ante el Colegio»

Edición internacional, semana del 15 al 21 de mayo de 1977, página 8.»El Mercurio»

Sin embargo, al lunes siguiente, en la cuenta que leyera al inicio del Segundo Congreso Nacional de Colegio de Profesores en La Serena, la presidenta de la Orden, Silvia Peña Morales, informó que los inscritos en los registros del Colegio alcanzaban a 76.551, de los cuales 72.306 eran profesores titulados y 4.245 personas que han ejercido la docencia por más de diez años, sin tener título. Se agregó que casi la totalidad de estos últimos han participado en jornadas de capacitación organizadas por las universidades e institutos docentes.

«Entre los planes del Colegio de Profesores es llegar a los 100 mil inscritos antes de fin de año», señaló.

El jueves 16 de junio, el Ministro de Educación, contralmirante Luis Niemann, firmó la primera escritura adjudicando al Colegio de Profesores bienes que pertenecieron a las desaparecidas organizaciones del magisterio y que fueron costeadas por todos los maestros socios de esas instituciones.

El desarrollo de la institucionalidad gremial fue marcada por la obsecuencia de sus dirigentes designados, incapaces de contener la paulatina destrucción de los derechos docentes y, por sobre todo, de la destrucción de lo que el país conocía como Sistema Nacional de Educación.

La dictación de decretos leyes, a partir de las directivas presidenciales, fueron generando una fuerte resistencia en la masa docente, que veían con indignación e impotencia cómo los dirigentes designados no oían los reclamos ni se hacían parte de la defensa de los derechos que se conculcaban.

En el colmo de la aceptación de los dictados autoritarios, llegaron a negar la posibilidad de realizar las elecciones que la misma normativa establecía, con el evidente propósito de perpetuarse en la conducción del Colegio, negando así la posibilidad de que las voces disidentes pudieran tener expresión.

AGECHA comienzos de junio de 1984, los dirigentes tuvieron que acceder a realizar las postergadas elecciones del Colegio de Profesores. Sin embargo, y como producto del descontento frente a la mascarada democrática inventada, para los dirigentes oficialistas fueron un rotundo fracaso. Según cifras del Gobierno, se registró una abstención del 87%, aunque fuentes opositoras aseguraron que ésta había superado el 90%.

La abstención había sido la consigna levantada por el Comando por la Democratización del Colegio, presidido por Gastón Gilbert, quien había denunciado que en la práctica, «los mecanismos imposibilitaban que un dirigente no designado llegara a la directiva nacional.»

El Colegio de Profesores era el único de los gremios profesionales que mantenía dirigentes designados. Tal era la sujeción de los dirigentes a los dictados de la fuerza militar, que ellos mismos solicitaban a un tal mayor Morales la nominación de determinados docentes en cargos de dirigentes en el país y en la Región Metropolitana.

Pero el Ministerio de Educación hubo de ceder a la presión magisterial y fue así como los días 26 y 27 de diciembre de 1985 se realizaron los comicios. Su sola realización era un primer triunfo de la oposición en el Colegio. En esto había jugado un rol importante el Comando por la Democratización del Colegio, que presidía Humberto Elgueta Guerín y que lo componían docentes de todas las corrientes opositoras, entre ellos el radical Franklin Recabarren, el democratacristiano Alfonso Bravo, el socialista Carlos Vásquez y el comunista Julio González.

El 3 marzo de 1986 se realizó la proclamación de la nueva Directiva Nacional del Colegio. En la oportunidad «el nuevo presidente, Osvaldo Verdugo, se dirigió a los asistentes al acto reafirmando su compromiso de convertir al Colegio en un defensor de los derechos del magisterio».

El 27 de ese mes, asumió oficialmente la nueva directiva. Esto constituyó una gran derrota de la dictadura: una institución creada por ellos y para ellos, pasaba a ser dirigida por la oposición y el Colegio de Profesores se convertía, por una decisión democrática del profesorado, en uno de los pilares en la lucha por la libertad que llegaría años más tarde para toda la Nación. 

(Un desarrollo pormenorizado de todo el período, se encuentra en el libro «Historia del Magisterio Chileno», del profesor Iván Ljubetic Vargas. Ediciones Colegio de Profesores, Santiago de Chile, 2003.)