Columna de opinión del presidente nacional del Colegio de Profesores, Jaime Gajardo.

Sin duda estos primeros 18 meses de gobierno han sido de mucha convulsión y agitación. Quienes pensaron que el tránsito de las reformas sería calmo y sin vicisitudes estaban muy equivocados. La experiencia nos ha enseñado que en todo proceso de cambio despiertan los sentimientos más conservadores, lo que obliga a quienes están impulsando dichos cambios a desplegar los máximos esfuerzos para llegar a la meta y cumplir los objetivos.

En el caso del gobierno de la Nueva Mayoría el esfuerzo necesario a desplegar es aún mayor. Incluso dentro de la coalición existen sectores reacios a los cambios lo que significa un esfuerzo de unidad política y disposición a los acuerdos para avanzar en los temas de fondo.

Desde el mundo social el papel que se ha jugado es de confirmar y afirmar las reformas y principios comprometidos al país. La educación como un derecho social universal y no como un bien de consumo implica un mundo social alerta y vigilante en todo momento. El mercado y el neoliberalismo se han involucrado de tal manera en el sector educación que cambiar las lógicas significa un desafío tras otro. Una de las barreras que hemos tenido que sortear en este camino ha sido la desconfianza e incertidumbre. Todo lo nuevo significa un desafío, lo conocido, por muy malo que sea, es algo que hemos aprendido a sortear y a vivir, pasar de un régimen a otro implica sin duda un desafío. No solo basta con querer los cambios, hay que saber defenderlos. 

En este camino de las reformas ha habido también quienes interesadamente han visto en la incertidumbre una forma de explotar la desconfianza. Los casos Penta y SQM abrieron un forado en la credibilidad ciudadana y existen quienes están muy interesados en explotar esta realidad y usarla contra las reformas en curso. 

Han dicho que la reforma laboral perjudica la inversión; han dicho que la reforma educacional está en contra de la libertad de enseñanza. Todas objeciones artificiales destinadas a minar el camino de cambio e impedir que siga su curso.

En la Carrera Docente, por ejemplo, el magisterio ha tenido que dar una dura lucha con altísimos costos. Por un lado contra el contrabando neoliberal que sectores conservadores impusieron en el proyecto, a contrapelo de los acuerdos y el trabajo pre legislativo (por ejemplo la certificación); por otro lado contra quienes vieron en esto una posibilidad de dividir al profesorado, debilitar al Colegio de Profesores y minar el proceso de reformas (por ejemplo atacar a la directiva en vez de concentrarse en los temas de fondo). ¿Cuántos mitos persisten aún hoy sobre el proyecto de Carrera Docente? Incluso desde nuestra propia organización hubo quienes se dedicaron a publicitar prejuicios en vez de dar un debate informado y de cara al profesorado. Se explotó la incertidumbre y la desconfianza en favor de intereses mezquinos. 

Con todo hoy tenemos un proyecto mucho mas ajustado a las necesidades de la educación chilena, de los niños, niñas y jóvenes. Porque la Carrera Docente, junto con mejorar las condiciones de enseñanza de los profesores, apunta a mejorar las condiciones de aprendizaje de nuestros niños y ese es el objetivo fundamental. Hay de defender lo ganado en el debate senatorial que viene y seguir profundizando en lo que falta.

El camino de las reformas es un sendero pedregoso, un camino en construcción, pero cada paso que damos es pavimento firme para el libre transito de nuestro pueblo y su porvenir. desde el mundo social siempre seremos autónomos e independientes pero jamás neutrales, no seremos autónomos ni de la clase ni de la educación pública para todos y todas.

 

Jaime Gajardo Orellana

Presidente Colegio de Profesores de Chile